jueves, 26 de marzo de 2009

Para padres y educadores. El desarrollo infantil (1ª parte)

DESARROLLO PSICOSEXUAL INFANTIL
Charla impartida por Helena Trujillo en la Casa de la Cultura de Fuengirola (Málaga)
25-3-09

Esta es una charla dirigida a padres, madres y educadores, aunque todos hemos sido niños. Cuando hablamos de desarrollo psicosexual no nos referimos al concepto común de sexualidad. Este ha sido uno de los motivos por los que los descubrimientos psicoanalíticos sobre el desarrollo afectivo ha generado, y genera aún hoy, críticas y rechazo. Hasta ahora ningún autor había hablado de sexualidad en la infancia, la concepción popular considera que el instinto sexual falta en la niñez, apareciendo en el período de la pubertad.

Esta creencia constituye un gran error y a ello se debe nuestro actual desconocimiento sobre las circunstancias fundamentales de la vida sexual humana. Una razón fundamental para esta desconsideración es la amnesia que oculta a los ojos de la mayoría de las personas los primeros años de la infancia. Cuando vemos una casa, lo que menos se piensa y se recuerda es que se hubieron de colocar primero los cimientos para poderla continuar, justamente no nos acordamos de la infancia porque reposa en lo inconsciente y porque es estructural.

El psicoanálisis ha descubierto los procesos evolutivos de la infancia, para entenderlos es preciso comprender que nuestra sexualidad no nace con la maduración de nuestros órganos genitales, sino que nace desde el mismo momento de nuestra llegada al mundo. Entendemos con ello que la sexualidad es el modo a través del cual nos relacionamos con nuestros propios deseos y necesidades, y ello se produce a través de diversas manifestaciones somáticas y psíquicas.
Lejos de aburrirles con conceptos complejos que no podríamos abarcar en esta breve conversación, intentaré ser práctica, acercarme a su realidad diaria y ayudarles a entender un poco mejor cómo es el crecimiento de sus hijos y cómo hacer frente a ciertas conductas o desviaciones en su desarrollo. A veces lo que parece inadecuado simplemente es una manifestación normal, no olvidemos que como humanos no nacemos hechos, es decir, todo lo que somos lo vamos adquiriendo, principalmente en estos primeros años. Aunque lógicamente nunca dejamos de aprender y de crecer.

Es tarea de padres y educadores la de estar preparados para abordar la educación desde una perspectiva más amplia que la de incorporar conocimientos al niño o desarrollar cualidades motoras. Los psicoanalistas sabemos que el modo de ejercer con mayor o menor tolerancia la actitud represiva sobre las manifestaciones sexuales del niño, será lo potencial de la enfermedad neurótica en el adulto-niño. Amén que la experiencia en la clínica, el psicoanálisis nos enseña que los trastornos que aparecen en el desarrollo educativo del niño guardan una relación cercana a padecimientos neuróticos en uno o dos de los padres.

Las formas o maneras en que uno es educado tienen una base estructural inconsciente, donde el niño o adulto, más que saber de ellas, simplemente las padece. Educar, exactamente, no es enseñar conocimientos, educar tiene que ver con ofrecer al niño unos modos de pensar y abordar su realidad, que le ayuden para un pleno desarrollo de una personalidad libre de cargas neuróticas, que potencialmente le enfermarán la vida. Debemos pensar que las primeras relaciones del niño con el amor, el odio, la agresividad, la sexualidad, etc, se aprende de los padres. La familia es transmisora de ideología.

Es característica de nuestro desarrollo psicosexual la constitución en dos tiempos, interrumpidos por un periodo de latencia. El recién nacido trae al mundo impulsos sexuales que van sucumbiendo a una represión progresiva. Somos sujetos deseantes, esto quiere decir que más allá de las necesidades biológicas, el ser humano se caracteriza porque tiende a repetir todo aquel comportamiento que le genera placer. Nuestra forma de hacerlo viene predestinada por ciertas zonas corporales, que llamaremos zonas erógenas, que están predestinadas a tener un papel muy importante como productoras de placer y displacer. Estas zonas son: la zona oral o la boca, la zona anal o lo relacionado con la expulsión de deshechos y la zona genital.
Además de ellas, todo nuestro cuerpo es erógeno, es decir, susceptible de transmitirnos sensaciones y susceptible, también, de retener algún grado de excitabilidad. En este sentido podemos entender que hay personas en las que algunas partes de su cuerpo son especialmente sensibles o susceptibles de ciertos trastornos. Por ejemplo, fumadores y bebedores tienen una especial excitabilidad en la zona oral; o las personas en las que son frecuentes los trastornos intestinales, estreñimiento, diarreas, etc. en ellas la zona intestinal-anal presenta particular sensibilidad. Entendamos entonces el desarrollo como un recorrido sucesivo para conquistar nuestro propio cuerpo y su relación con el mundo exterior.

martes, 24 de marzo de 2009

Charla Coloquio en Fuengirola para Padres y Educadores

MIÉRCOLES 25 DE MARZO

20 HORAS

CHARLA-COLOQUIO PARA PADRES, MADRES Y EDUCADORES

“DESARROLLO PSICOSEXUAL INFANTIL”

Impartida por la psicoanalista Helena Trujillo

Organizada por la Concejalía de Educación de Fuengirola y HT PSICOANÁLISIS



Una oportunidad para conversar de las cuestiones educativas que más interesan a padres y educadores.

¿Cómo es el proceso de evolución afectiva infantil?
¿Qué hacer ante ciertos comportamientos?

¿Soy buen padre - buena madre?



Tendrá lugar en la Casa de la Cultura de Fuengirola

Av. Juan Gómez “Juanito”

Más información teléfono 952 39 21 65

lunes, 23 de marzo de 2009

Se trata de comenzar...


385.- El ejercicio de un poder también puede ser el ejercicio de la cura.

Una gran tienda o un gran estado dan el mismo trabajo que una histérica pobre.

Miguel Óscar Menassa


No se trata de cambiar el mundo, se trata de comenzar. A veces queremos limpiar toda la miseria y lo único que hacemos es extenderla. Como si el planeta fuera una gran cloaca y nosotros una de las bestias que habitan en ella. Basta, hay que poner límites a la ambición fuera de lugar. Detente, pequeño hombre, siéntate a mi lado y habla.

Se sienta y empieza a proferir todo tipo de sonidos incomprensibles que no atino a entender, tampoco me esfuerzo. Simplemente asisto. Aún no me deja ser alguien. Permanezco a su lado, días, meses, años enteros. Él no se preocupa de mi existencia, pero me necesita para que haya encuentro. Un día, algo cambia, los sonidos van combinándose en palabras, palabras que van tejiendo sus sentidos. El hombre habla y me dirige su mirada, ¿comprendes? –me pregunta.

Yo bien no comprendo, pero hago un gesto afirmativo con la cabeza porque es lo que él espera, y sigue hablando, esta vez en un tono más pausado, como manteniendo una conversación. Ahora soy otro para él, me permite tener alguna inteligencia, que no es poco.

Algún día, tal vez, se dé cuenta de que no sólo hablando se hará inteligente. Comenzó queriendo cambiar el mundo y ahora es él el que quiere cambiar, pero no hace nada, sólo habla. La vida para él transcurre en estas cuatro pareces. Parece un filósofo, pero no escribe. Habla de amor, pero no mira a nadie a los ojos. Tiene grandes ambiciones, pero no maneja un céntimo.

Pobre, crecer no es suficiente para él, necesita vivir. Algún día, cuando me deje, se lo diré: Para vivir se necesitan palabras, pero además, las palabras necesitan vida.

Helena Trujillo Luqu

miércoles, 18 de marzo de 2009

ABSTINENCIA

ABSTINENCIA
“Abstinencia”, esa parece ser la solución, según las palabras del Papa Benedicto XVI a su llegada al continente africano. En el propio avión, antes del aterrizaje, aludía a la pandemia de VIH afirmando que “los preservativos no son la solución, sino la humanización de la sexualidad”. Me pregunto, ¿acaso piensa que la sexualidad que practican los africanos es poco humana o animal? No quiero tergiversar sus palabras, pero sí mostrar mi punto de vista al respecto. Plantear la abstinencia sexual y la oración como camino para luchar con una enfermedad muy grave que asola los países africanos y que afecta al resto de la humanidad, me parece una imprudencia. No quiero con ello ofender a ningún católico, pero sí plantearles que por supuesto muchos de nuestros males acabarían si dejáramos de realizar ciertas conductas. Para evitar accidentes de coche, no subir en automóvil; para no tener problemas de pareja, no tener pareja; para no ser despedido, no trabajar… Es un método bastante directo pero, a mi parecer, poco realista.
Pretender que millones de personas sean abstinentes, cuando ni muchos religiosos que deben guardar el voto de castidad pueden serlo, es como pedir peras al olmo. No espero de ninguna jerarquía religiosa que sea la voz de los avances de la ciencia, pero debido a su influencia ideológica sobre muchas personas, sería deseable que tomaran nuevos caminos más acordes con los tiempos que corren. Día a día somos testigos de múltiples incongruencias e hipocresías, tanto religiosas, como políticas o personales, a todos nos pasa que exigimos al prójimo lo que no somos capaces de hacer nosotros mismos. Pero a las instituciones deberíamos pedirles una mayor transparencia, no en vano son el espejo en el que se miran millones de personas.
Las religiones no son lo que eran hace años, irrumpió el pensamiento científico y muchos de los postulados que antaño se consideraban únicos y verdaderos, se han demostrado como falsos. No he de negar la labor del pensamiento religioso para la humanidad, el propio Freud habla de ello en sus textos. Supone un avance teórico, pero no la meta. La ciencia es un paso más al que muchas personas aún no han llegado y al que muchas religiones se niegan a llegar. Estas afirmaciones del Papa Benedicto XVI suponen un claro ejemplo, como la postura de la Iglesia Católica respecto a muchas investigaciones científicas. Parece que temen perder un poder que ya no tienen.
A los humanos nos cuesta avanzar, quisiéramos que las cosas fueran siempre iguales, nos pasa ahora con esta situación de crisis e incertidumbre económica que vivimos, parece el fin del mundo y es sólo un paso más de tantos. Ha habido muchas crisis y muchas épocas de bonanza económica, y habrá muchas más de una y de otra. Pero nos cuesta asumirlo, caemos en la desesperanza, no confiamos en nuestras propias posibilidades para transformar la situación. Afortunadamente hay quienes sí creen en sí mismos y sí quieren transformar las cosas. Ejemplo de ellos los profesionales, empresarios, trabajadores, científicos que con su trabajo incesante crean los avances de los que todos, también los religiosos, nos beneficiaremos.

Helena Trujillo Luque
Psicoanalista de la Escuela Grupo Cero
htpsicoanalisis@ya.com

miércoles, 4 de marzo de 2009

Mujer y Vida Laboral. Charla - Coloquio

Alhaurín de la Torre, 4 de Marzo de 2009

Es cierto que las conquistas laborales de la mujer son cada vez mayores, mayor porcentaje de mujeres asalariadas, estudiantes universitarias, empresarias, cargos políticos, etc. aún así siguen existiendo peculiaridades que establecen claras diferencias entre géneros. Si no se celebra un Día Internacional del Hombre trabajador es, entre otras cosas, porque históricamente una de las funciones principales del varón ha sido el trabajo y, con ello, el aporte económico a la vida familiar. De la mujer no se esperaba, moralmente, su ambición y/o necesidad de incorporarse al trabajo, sobre todo si esto producía el desplazamiento de su función en el seno familiar. Las cosas han cambiado, aunque no ha cambiado tanto la ideología al respecto.

Las necesidades sociales, con la revolución industrial y la partida a la Primera Guerra Mundial de los hombres, que despobló las fábricas, dieron el primer empujón a la mujer para su introducción masiva en el mundo laboral. Sabemos que esa introducción en el mundo laboral, junto con la posibilidad de ser formada, son los pilares centrales sobre los que gira toda la liberación femenina. La razón del aumento de asalariadas hay que buscarlas en la confluencia temporal de una serie de cambios. Son los siguientes:

DEMOGRAFICOS: Se produce una caída de la natalidad y se concentran los nacimientos en unos años determinados, crece la población femenina en edad laboral.

ECONOMICOS: El fuerte desarrollo del sector terciario se acompaña de un creciente empleo de mujeres. Las familias necesitan mayores aportes salariales.

SOCIALES: Se eleva el número de quienes viven solas o se convierten en cabeza de familia debido a divorcios y separaciones.

Hoy en día la imagen ideal de la mujer para las propias mujeres es la de una mujer autónoma, respetada y valorada por su trabajo. Por ello, junto al ama de casa han proliferado los estereotipos de mujer trabajadora. Las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral hacen hincapié en la necesidad de compartir todas las tareas y responsabilidades familiares, porque sigue habiendo una gran asimetría en el tiempo dedicado a la casa y los hijos. Políticas que, sin embargo, no han incidido aún de forma suficiente en nuestra forma de pensar, pues aún las mujeres tienden a poner en un segundo plano sus ambiciones profesionales ante el nacimiento de sus hijos y son muchas las que abandonan de forma prolongada o definitiva su vida laboral para dedicarse a la familia. En el caso de los hombres sólo un bajísimo porcentaje abandona su trabajo tras el nacimiento de un hijo.

¿Necesidad o dificultad de desprenderse de unos ideales tradicionales? ¿Tanto tiempo necesitan los hijos y el cuidado de la casa? ¿Por qué tantas resistencias a la participación de otras personas en organización familiar? ¿Por qué la mujer no quiere dejar de ser la “ama de la casa”?

Según los datos, el modelo ideal de mujer es aquel en el que ésta puede desarrollarse profesionalmente, de hecho, es muy bajo el porcentaje de población que considera que las mujeres están obligadas a permanecer en el ámbito doméstico. Esta idea se corresponde con lo "políticamente correcto", porque luego el día a día demuestra que la mujer sigue ocupándose de la organización familiar, sigue estando mal visto que anteponga sus funciones y ambiciones profesionales a las familiares, cosa que el hombre ha venido realizando históricamente. ¿Por qué se siente como egoísmo y no como libertad de elección?

Podemos decir que una actitud machista es aquella que discrimina a la mujer, la menosprecia, o la considera inferior al hombre, pero también hay machismo en otras actitudes disfrazadas de proteccionismo. Ya Aristóteles defendía en sus obras la superioridad del hombre sobre la mujer. Machistas inconscientes podríamos decir que de alguna manera, en algún momento y en alguna medida, somos todos, porque todos, tanto hombres como mujeres, pasamos por un momento de menosprecio de lo femenino.

Las mujeres estamos cada vez más formadas y capacitadas para ocupar puestos de responsabilidad, sin embargo aún las cifras no se corresponden a esta preparación. ¿Dónde está la causa? ¿Discriminación por ser mujeres? ¿Dificultad en la conciliación con la vida familiar, no podemos estar en dos sitios a la vez? ¿No es éxito profesional lo que espera la sociedad de nosotras? ¿Dificultad o miedo al éxito profesional y económico? Tal vez un poco de todo esto conforme el entramado en el cual nos encontramos hoy en día, pero como psicoanalista he de decirles que en nosotras anidan resistencias, que no debemos responsabilizar siempre a nuestras parejas o maridos, a nuestros jefes o compañeros, a los organismos o Estados de no estar donde podríamos estar, muchas veces, digo, muchas veces, somos nosotras o nuestras decisiones las que nos excluyen. Con ello me refiero a que muchas mujeres están capacitadas para el desarrollo de tareas de responsabilidad, ya lo han demostrado, pero esas tareas exigen amplios y continuos esfuerzos, que también se exigen a los hombres que desarrollan esa labor. Esfuerzos que implican ciertas renuncias a nivel personal o familiar, que implican asumir ciertos costes personales y, también, ciertos cambios. En muchos casos, la mujer está más capacitada para ganar más dinero que su marido, sin embargo ¿es eso fácilmente asumible? Seguimos pensando en los genitales en lugar de en la capacidad de las personas. Los progresos del pensamiento y los hallazgos de la ciencia, no tienen sexo, los hayan realizado hombres o mujeres, benefician por igual a hombres y a mujeres. Ni todos los hombres son iguales entre sí ni todas las mujeres entre ellas, incluso un hombre, una mujer, son diferentes de sí mismos según sus circunstancias. El trabajo es la única posibilidad del sujeto de constituirse como humano. Sólo con trabajo puedo acceder al mundo y modificar la realidad. El asunto no es dejar de ser mujer para poder ser algo. No hace falta convertirse en un hombre para cambiar de vida, de clase social.

Simone de Beauvoir escribe en sus “Memorias” que nunca le pesó ser mujer, sino que le supuso grandes satisfacciones, pues los varones fueron para ella camaradas y no adversarios. Presumía de unir en su persona corazón de mujer y cabeza de hombre.

La historia nos muestra a la mujer como mercancía, el papel de la mujer en los siglos pasados ha sido el de madre y esposa, pasando de la economía de los padres a la economía del marido, siendo su principal producto el de la reproducción. La familia funciona como una estructura para ella donde se refugia en un intercambio que las mujeres han practicado durante siglos: amor a cambio de amor, amor a cambio de comida para ella y su prole, y ahora trabajo a cambio de amor. Con la incorporación al mundo del trabajo, las mujeres se enteran de que además de la familia existe el trabajo, la guerra y eso genera en ellas un conflicto entre producción y reproducción. Una mujer trabajadora quiere decir alguien que no sólo trabaja por amor o para que la amen, sino alguien que trabaja para el orden del deseo humano. Trabajar incluye pensar el dinero y eso está más prohibido, para la mujer, que pensar el sexo. Por eso que la inclusión de la mujer es tan dificultosa. La necesidad social de incluir a la mujer en el trabajo ha hecho que se pague menos a la mujer para que pueda trabajar sin quedar manchada por el dinero.

Muchos pasos históricos han sido necesarios para que la mujer pasara de mujer objeto a mujer sujeto, haciendo posible pensar una mujer que se haga responsable de su deseo, de su capacidad de gozar, de amar, de producir. Un cambio en nuestra sociedad sólo es posible si las mujeres están dispuestas a trabajar para modificarse, es decir, si están dispuestas a abandonar la aparente protección del silencio. No pienso una mujer explotada y sometida por el hombre, sino una mujer que en ocasiones está sometida a sus propios prejuicios. Y todos los humanos padecemos de los prejuicios históricos por lo que ha pasado la sociedad en su constitución hasta la actualidad.

Desde Freud, sabemos que ha sido la represión de la sexualidad lo que ha reprimido todo el pensamiento femenino, y lo que ha retrasado durante siglos la incorporación de la mujer a la Historia. El camino de la liberación de la mujer pasa por amar, trabajar, escribir, es decir, participar en la construcción de su historia. La mujer que trabaja tiene la oportunidad de encontrar nuevos caminos con creatividad, esfuerzo y amor para conciliar familia y trabajo.

Helena Trujillo Luque

Psicoanalista

htpsicoanalisis@ya.com



Otros trabajos interesantes sobre la Mujer y el Trabajo:

Discurso de Amelia Díez Cuesta, premio a la mujer trabajadora año 2001
Ponencia de la Dra. Alejandra Menassa y Dra. Pilar Rojas en el X CONGRESO INTERNACIONAL DE PSIQUIATRÍA INTERPSIQUIS 2009

domingo, 1 de marzo de 2009


EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS


Charla-Coloquio impartida el 27 de febrero de 2009 por la psicoanalista Helena Trujillo

El año ha comenzado con fuerza, la nueva convocatoria volvió a llenar la sala. Muchas personas tuvieron que permanecer de pie por la falta de asientos y seguían llegando personas casi al final de la conferencia. El tema de los sueños vuelve a suscitar un gran interés entre el público.

En tiempos que podemos llamar precientíficos, la explicación de los sueños era para los hombres cosa corriente. Lo que de ellos recordaban al despertar era interpretado como una manifestación de poderes supraterrenos, demoníacos o divinos. Con el florecimiento de la disciplina intelectual de las ciencias físicas, toda esta significativa mitología se ha transformado en psicología, y actualmente son muy pocos los que dudan aún de que los sueños son una propia función psíquica del durmiente. Freud es quien realmente descubre el papel específico que cumplen los sueños. Los sueños tienen un sentido y una lógica distinta a los de los pensamientos conscientes.

La técnica utilizada para la interpretación de los sueños procede del tratamiento con pacientes psiconeuróticos, es decir, la técnica de asociación libre. Se demanda al paciente o al soñante que dirija su atención sobre la idea de referencia, mas no como ya lo ha hecho tantas veces, para meditar sobre ella, sino para observar claramente y comunicar al psicoanalista todo aquello que se le ocurra con respecto a ella. No tardan en presentarse numerosas ocurrencias, a las que se ligan otras nuevas, pero que regularmente van acompañadas de un desfavorable juicio que las tacha de insensatas, nimias e impertinentes, y dice que se le han ocurrido casualmente y fuera de toda conexión con el tema tratado.

La mayoría de los sueños, como todos ustedes saben, escapa al recuerdo, y no quedan de ellos sino fragmentos insignificantes. Parece, pues, imposible que sobre la interpretación de estos materiales quiera fundarse una Psicología científica o un método terapéutico. A estas objeciones, hemos de responder que cosas de gran importancia pueden no manifestarse sino por muy pequeños indicios. Por otro lado, la indeterminación constituye un carácter peculiar de los sueños. Es normal que tengamos la sensación de que nunca recordamos los sueños tal y como los experimentamos en la noche.

Debemos considerar que lo que nos interesa del sueño es el relato que el sujeto hace del mismo, no tanto su recuerdo. Hay que diferenciar entre sueño manifiesto (sueño soñado) y el sueño contado, no sirve anotar el sueño cuando nos despertemos, lo que olvidemos cuando contamos el sueño también es importante.

Se podrían considerar los sueños como restos de la actividad psíquica del estado de vigilia, susceptibles de perturbar el reposo. Pero esta explicación no es suficiente. Las tendencias contra las cuales se dirige la censura de los sueños son tendencias reprensibles e indecentes desde el punto de vista ético, estético y social, y que son cosas en las que no nos atrevemos a pensar o en las cuales no pensamos sino con horror. Estos deseos censurados y que reciben en el sueño una expresión deformada son, ante todo, manifestaciones de un egoísmo sin límites ni escrúpulos. En la vida psíquica existen procesos y tendencias que generalmente ignoramos y de los que quizá nunca hemos tenido la menor noticia. El sujeto rechaza sus deseos, los censura. La realización de los mismos no puede procurarle placer alguno, ese afecto se manifiesta en forma de angustia. Las pesadillas muestran con frecuencia un contenido exento de deformación, que ha escapado a la censura.

Los procesos psicológicos del reposo difieren de los de la vida despierta. Parte de la dificultad para exponer los sueños consiste en traducir las imágenes en palabras. Hay sueños tan precisos como los sucesos de la vida real. En cambio hay otros débiles y borrosos, e incluso en un solo sueño se encuentran a veces partes de una gran precisión al lado de otras muy vagas. La mayor parte de los sueños quedan olvidados inmediatamente después del despertar, o, si se mantienen vivos durante el día, se van olvidando paulatinamente. Por el contrario, ciertos sueños se conservan tan bien que los recordamos, a veces, al cabo de muchos años. Algunos se producen una sola vez y otros surgen repetidamente sin sufrir modificación alguna o con ligeras variantes.

Desde diversos sectores se nos ha objetado que no poseemos garantía de la exactitud de nuestro conocimiento del sueño. Aquello que del sueño recordamos, y a lo que aplicamos nuestra técnica de interpretación, aparece, fragmentado por la infidelidad de nuestra memoria, particularmente incapaz para la conservación del sueño, y ha perdido, quizá, la parte más importante de su contenido.En efecto, cuando comenzamos a conceder atención a nuestros sueños nos quejamos, muchas veces, de no lograr recordar de todo un extenso sueño más que un pequeñísimo fragmento, y sin gran confianza en la exactitud de nuestro recuerdo.

En segundo lugar, todo nos hace suponer que nuestro recuerdo del sueño no es solamente fragmentario, sino también infiel. Lo mismo que dudamos de que lo soñado haya sido realmente tan incoherente y borroso como en nuestra memoria aparece, podemos poner en duda que el sueño fuera tan coherente como lo relatamos, pues al intentar reproducirlo hemos podido llenar con nuevos materiales las lagunas producidas por el olvido. Hasta ahora hemos dedicado a los elementos más insignificantes e inseguros del contenido manifiesto la misma atención que a los más precisos y más seguramente recordados.

Cualquier análisis podría proporcionarnos ejemplos de cómo precisamente los rasgos más insignificantes del sueño resultan imprescindibles para la interpretación y del retraso que sufre el análisis cuando los desatendemos al principio. También hemos de prestar atención a los matices de la expresión oral en la que el sueño nos es relatado. Hemos considerado como un texto sagrado e intangible algo que, en opinión de otros autores, no es más que una rápida y arbitraria improvisación.

Es cierto que deformamos el sueño al intentar reproducirlo, pues llevamos a cabo un proceso análogo al que describimos como una elaboración secundaria del sueño por la instancia del pensamiento normal. Pero esta deformación no es, a su vez, sino parte de la elaboración por la que pasan regularmente las ideas latentes a consecuencia de la censura. No hay en tales modificaciones arbitrariedad ninguna. En general, puede demostrarse que cuando una serie de ideas ha dejado indeterminado un elemento, hay siempre otra que toma a su cargo tal determinación.

Así, cuando nos proponemos decir al azar un número cualquiera, el que surge en nuestro pensamiento y parece constituir una ocurrencia totalmente libre y espontánea se demuestra siempre determinado en nosotros por ideas que pueden hallarse muy lejos de nuestro propósito momentáneo. Las modificaciones que el sueño experimenta al ser recordado y traducido en la vigilia no son arbitrarias en absoluto. Se hallan asociativamente enlazadas con el contenido, al que sustituyen, y sirven para mostrarnos el camino que conduce a este contenido.

Cuando un elemento del sueño presenta dudas, podemos ver en ello una indicación de que constituye un derivado directo de una de las ideas latentes proscritas. Es fundamental que cuando procedemos a analizar un sueño, solicitemos al sujeto que prescinda en absoluto de todo juicio sobre la precisión de su recuerdo y considere con una absoluta convicción la más pequeña posibilidad de que un elemento determinado haya intervenido en su sueño. El desprecio de un elemento cualquiera trae consigo, en el analizado, el efecto psíquico de impedir la emergencia de todas las representaciones indeseadas que detrás del mismo se esconden.

El psicoanálisis es justificadamente desconfiado. Una de sus reglas dice: Todo aquello que interrumpe el progreso de la labor analítica es una resistencia. También resulta imposible fundamentar el olvido de los sueños mientras no lo referimos al poder de la censura psíquica. La sensación de que hemos soñado mucho durante una noche y sólo muy poco recordamos puede tener en una serie de casos un sentido diferente, quizá el de que una amplia elaboración onírica no ha dejado en toda la noche tras sí más que aquel solo sueño. Todo aquello que el olvido ha suprimido del contenido manifiesto puede ser reconstruido, con frecuencia, en el análisis, sobre todo lo que nos interesa, esto es, las ideas latentes del sueño.

El estudio nos proporciona una prueba convincente de la naturaleza tendenciosa del olvido del sueño puesto al servicio de la resistencia. Sucede muchas veces que en medio de la labor de interpretación emerge un fragmento del sueño, que hasta el momento se consideraba como olvidado. Este fenómeno onírico arrancado del olvido resulta ser siempre el más importante y más próximo a la solución del sueño, razón por la cual se hallaba más expuestos que ningún otro a la resistencia.

En esta misma forma puede recordar el paciente, al llegar a determinado punto del tratamiento, un sueño que tuvo días antes y que hasta entonces reposaba en el olvido. La experiencia psicoanalítica nos ha proporcionado otra prueba de que el olvido del sueño depende mucho más de la resistencia que de la diferencia entre el estado de vigilia y el de reposo.

La próxima conferencia será el viernes 27 de marzo con el tema: "LA SEXUALIDAD FEMENINA".

Más información teléfono 952 39 21 65 o email htpsicoanalisis@ya.com