lunes, 19 de septiembre de 2011

Grupo Cero estuvo disfrutando del arte de Farruquito en Madrid

FARRUQUITO
PURO FLAMENCO

Miguel Oscar Menassa y Cruz González

Olga de Lucia

Miguel Oscar Menassa con Olga de Lucia y Helena Trujillo


Virginia Valdominos y Olga de Lucia

El maravilloso espectáculo


Momentos vibrantes


El público entregado

Sin compasión, sin ningún perdón, sin más vanidad que la del flamenco, el arte, la poesía, un vendaval de pureza sincrónico, lanza su civilización de sangre para los endemoniados.

Carne su rumor de enloquecidos pasos, movimientos atávicos en la garganta y un lejano encuentro con la geografía del saber.

La raíz está en los movimientos, soles que calientan otros soles, en el horizonte, desprevenidos y castigados, un canto para los gustos infinitos de las herrerías y de las rosas.

Entre montañas, no tardará en rebosar al asiento delantero de la vida, orquídeas infinitas que nos embelesan en esas frías veladas en que estábamos muertos.

Un hombre y un violín danzando la estirpe de la aurora, caen sencillamente sobre el rumbo campeón de la alegoría, de la firmeza blanca con que se entremezclan los alientos de un público cortado de emoción, en sensaciones despiadadas.

Las alegrías abrieron un camino al sol, con gustosas actitudes girando sobre nuestra propia y a veces desperdiciada, alegría, deshuesando el encuentro con la nada, esa pasión incontenible en los versos de un cuerpo infinito de amapola. El piano resopla las magnitudes de esta dimensión, casi terrenal, del bailaor. La guitarra compone un escenario de cantares y de pájaros. El bordado del cuadro son sus ojos, tras la cortina inaudita de la noche que le pertenece. La Soleá nos trajo el pasado, los recuerdos de la tierra que lo amamantó y lo dispuso para brillar: ¡serás esto que bailo! Farruca en su cantar el paso bello del los rostros con que el aire se nos presenta y enamora. Y una más contada Bulería en que las paredes del alama resbalan los últimos momentos de condescendencia con los cuerpos crispados de las estrellas que, caen amargamente sobre el escenario, soñando una vez más, poseerlo. Buen cerrojo, sutiles Seguiriyas, elegantes sevillanas con el sello de la verdad y esa fiesta de luna que alumbra a los gitanos en su inmensa gloria.

Todos dispuestos a llorar, a crecer en esa masacre de los sentidos en la que pieles y carnes desesperan de amor, saltan al compás de los corazones que ya antes del comienzo latían al ritmo de la raza. Hecha por Dios.

Señoras y señores, con ustedes el príncipe flamenco, el puro aliento de la carne en esta masacre que es la vida, el canal hacia lo primigenio que incluye la barbaridad, la mezcla de espejismos y de oasis, en una madreselva infinita de sabiduría, de arte a medida, arte de autor, arte hecho hombre… ¡Un inmenso ole en las alturas!

Virginia Valdominos
19 de septiembre de 2011

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